Durante años, mi vida giraba en torno al dolor: reglas incapacitantes, fatiga crónica, dolor lumbar y pélvico, síndrome premenstrual, problemas digestivos y un peso emocional que parecía no acabar nunca.

Hasta que un día dije basta. Decidí que no podía seguir sobreviviendo… que merecía vivir de verdad.
Tomé las riendas de mi salud, investigué, me formé y apliqué en mí misma un enfoque integral que cambió por completo mi vida.

Hoy, desde hace más de tres años, acompaño a otras mujeres que, como yo, se niegan a resignarse a una vida a medias y están dispuestas a recuperar su energía, reducir su dolor y volver a sentirse dueñas de su cuerpo.